domingo, 16 de noviembre de 2008

Ella

No te tomes tan enserio porque nadie lo hace…

Ahí quedó tendida, con dos tiros uno de cada uno, eso sí con nombre y apellido luego se fueron... ¡Véala! La pobre, muerta en su sangre, pareciera que despierta y con pena –de esa que habla de vergüenza– pregunta. ¿Qué me ven, pérfidos? ¿Acaso de mí nada queda?

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