No te tomes tan enserio porque nadie lo hace…
Ahí quedó tendida, con dos tiros uno de cada uno, eso sí con nombre y apellido luego se fueron... ¡Véala! La pobre, muerta en su sangre, pareciera que despierta y con pena –de esa que habla de vergüenza– pregunta. ¿Qué me ven, pérfidos? ¿Acaso de mí nada queda?
Ahí quedó tendida, con dos tiros uno de cada uno, eso sí con nombre y apellido luego se fueron... ¡Véala! La pobre, muerta en su sangre, pareciera que despierta y con pena –de esa que habla de vergüenza– pregunta. ¿Qué me ven, pérfidos? ¿Acaso de mí nada queda?
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